
Geógrafo UBA.
Analista Político
Las estimaciones regulares de los periodos presidenciales de los EEUU es que un presidente normalmente gestiona por dos periodos consecutivos y de esta manera se rota el sistema bipartidista con leves matices a lo largo de estos últimos 40 años.
La irrupción de Trump y de su criticable política interna y externa trastoca la integridad del sistema político al albur de emerger un candidato opositor de carácter cuasi socialista como lo fue Sanders.
Política no es matemática pura y la emergencia de Biden – un candidato sin carisma – fue convergiendo la idea que ante el avance desesperado de la pandemia y ciertos resultados negativos en materia económica por parte de la actual administración trumpista, se ha dado un moderado impulso a su candidatura, que puede captar mejor votos propios como de desencantados pero alejados de la plétora socialista de Sanders.
Los múltiples conflictos internacionales de Trump son el primer caldo de cultivo de la oposición que espera triunfar en las próximas elecciones y de esta manera reencauzar el funcionamiento del sistema capitalista en función probablemente de un redireccionamiento de la Globalización vía acuerdos comerciales y financieros particularmente con la República Popular China.
No se va aceptar transformaciones profundas que puedan afectar a los intereses de siempre que esperaN re adecuar el flujo de capital vía el circuito previamente instalado al fenómeno de Trump y que este por las luchas políticas interiores afecto en cierta manera.
Las facciones de capital eligen sus componendas y gladiadores, pero si de algo el Capitalismo ha demostrado es que el mercado nunca pierde aun ante altas y bajas de las cotizaciones bursátiles el resultado histórico consecuente ha sido la concentración y la centralización.
Ante el fenómeno Trump la sociedad norteamericana estaría inclinada a aceptar a un candidato tibio que durante la campaña política dará dulces melodías a los propios y a los desencantados no del sistema sino del actual presidente.
Anuncios de redistribución del ingreso probablemente no serán escuchados sino el intento de recrear sobre Biden una especie de New Deal con matices mientras que poco o nada serán los mensajes para el patio trasero latinoamericano donde la última gestión demócrata del presidente Obama consagrado como el paladín del progresismo mundial su política exterior prácticamente no tuvo variación hasta quizás fue objeto hacia la continuidad del bloqueo cubano.
El lucido geo politólogo uruguayo Vivian Trias clarifico los intereses impolutos del imperialismo norteamericano en nuestro continente y sus pruebas históricas desde mediados de la década del cuarenta hasta la fecha dan lugar a ello.
El falso dilema republicanos/demócratas que fuera retratado por Peron en su magistral libro La Hora de los Pueblos es otro claro ejemplo de cómo los países latinoamericanos deben establecer sus propias políticas y no permanecer al calor de los designios imperiales.
Un país sin política propia es un país sin destino que se ve obligado a recostarse sobre otros intereses.
Sin confrontar, pero con tenacidad debemos establecer nuestras prioridades.
La próxima contienda norteamericana debe ser de lectura atenta en función de identificar los verdaderos actores en juego y desde el tablero mundial poner en juego nuestros propios intereses.
Trump o Biden pero el Capitalismo siempre gana.